Gracias a sus características, el uso del nitrógeno está muy extendido en todo el proceso de elaboración, embotellado y conservación del vino. Se utiliza en las siguientes fases:
- Limpieza y secado de las tuberías y de los tanques de almacenamiento.
- Inyección de nitrógeno a presión para eliminar el oxigeno disuelto y controlar los niveles de CO2 final en el vino.
- Burbujeado en el trasiego del vino de una barrica a otra y en el mezclado de diferentes variedades de vino, eliminando el oxigeno que puede añadirse en el proceso.
- Almacenamiento prolongado del mosto, protegiéndolo de la oxidación y de la alteración de su acidez, color, aroma y sabor naturales, al reducir la cantidad de aditivos para su conservación.
- Embotellado. Para garantizar la máxima higiene y antes del embotellado, las botellas se purgan con nitrógeno. Para evitar la presencia de aire residual en el cuello de la botella tras el llenado y antes de colocar el corcho, se efectúa un barrido con nitrógeno, evitando de esta forma que el vino se oxide hasta el momento de su consumo.